La reputada revista a nivel mundial The Economist vuelve a publicar uno de sus titulares provocadores en una de sus llamativas portadas. Una gran crisis alimentaria podría pasar pronto.
La edición de mayo de 2022 de The Economist muestra en su portada a tres espigas de trigo con calaveras a modo de granos. ”La catástrofe alimentaria que se avecina”, muestra de titular junto con una nota que reza lo siguiente: ”La guerra está inclinando a un mundo frágil hacia el hambre masiva”.
En el artículo, responsabilizan a Vladimir Putin de la catástrofe inminente y lo hacen únicamente responsable de lo que está sucediendo en la actualidad.
Al invadir ucrania, Vladimir Putin destruirá la vida de las personas que se encuentran lejos del campo de batalla, y en una escala que incluso él puede lamentar. La guerra está golpeando un sistema alimentario global debilitado por el covid-19, el cambio climático y el shock energético.
Las exportaciones de cereales y semillas oleaginosas de Ucrania se han detenido en su mayoría y las de Rusia están amenazadas. Juntos, los dos países suministran el 12% de las calorías comercializadas. Los precios del trigo, que subieron un 53 % desde principios de año, subieron otro 6 % el 16 de mayo, después de que India dijera que suspendería las exportaciones debido a una alarmante ola de calor.
Tras estas líneas extraídas de The Economist, plantean nuevas crisis que podrían durar años totalmente devastadoras:
La idea ampliamente aceptada de una crisis del costo de vida no comienza a captar la gravedad de lo que se avecina. António Guterres, el secretario general de la ONU, advirtió el 18 de mayo que los próximos meses amenazan con “el espectro de una escasez mundial de alimentos” que podría durar años
El alto costo de los alimentos básicos ya ha elevado el número de personas que no pueden estar seguras de obtener lo suficiente para comer en 440 millones, a 1600 millones. Casi 250 millones están al borde de la hambruna.
En este último extracto cuantifican las vidas que sufrirán el hambre. También tratan la incidencia mundial de las consecuencias que están emanando del conflicto Rusia-Ucrania.
Rusia y Ucrania suministran el 28 % del trigo comercializado a nivel mundial, el 29 % de la cebada, el 15 % del maíz y el 75 % del aceite de girasol. Rusia y Ucrania aportan alrededor de la mitad de los cereales importados por Líbano y Túnez; para Libia y Egipto la cifra es de dos tercios
Aún así, The Economist achaca principalmente las causas al cambio climático desde hace décadas.
Incluso antes de la invasión, el Programa Mundial de Alimentos había advertido que 2022 sería un año terrible. China, el mayor productor de trigo, ha dicho que, después de que las lluvias retrasaran la siembra el año pasado, esta cosecha podría ser la peor de su historia. Ahora, además de las temperaturas extremas en India, el segundo mayor productor mundial, la falta de lluvia amenaza con socavar los rendimientos en otros graneros, desde el cinturón de trigo de Estados Unidos hasta la región francesa de Beauce.
Debido a todas estas escaseces, predicen una gran subida extrema de precios. La revista propone reducir la producción de biocombustibles que utilicen granos de cultivos y dejar de utilizar los cereales para la alimentación del ganado.
¿Se cumplirá esta nueva predicción de The Economist?
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