Su nombre real era Edward Teach de nacionalidad inglesa pero todos lo conocían como Barbanegra, el pirata más temido del Caribe. Fue el último de los piratas clásicos caribeños y su apodo es debido a su poblada barba oscura.
Según dice la leyenda, Barbanegra decoraba su abundante barba con mechas de cañones que él mismo se encendía en sus ataques para transmitir aún más terror. Medía cerca de dos metros de altura, y le encantaba lucir sus armas ante sus enemigos preparados para morir.
Los inicios del pirata
Se desconocen los datos exactos del nacimiento del temido pirata, pero la mayor certeza apunta a que nació cerca de 1680 en Brístol, Inglaterra. Otros se atreven a decir qué procede de Carolina del Sur, incluso de Jamaica.
Sus padres eran dueños de una taberna de marineros donde existe el rumor de que drogaban a los navegantes para que se embarcaran en barcos donde nunca se habrían subido si hubieran estado sobrios.
Otras versiones apuntan a que el joven Edward Teach provenía de una familia adinerada ya que sabía leer y escribir. Provenga de donde provenga, sus inicios como marinero empezaron en la guerra entre Inglaterra y Francia por el control de Estados Unidos.
Actuaba como corsario inglés, es decir, como un asaltante que tenía el consentimiento del gobierno para abordar los barcos franceses. Una vez finalizó el conflicto se quedó sin trabajo y decidió convertirse en pirata.
Empezó navegando en la compañía de un conocido pirata de la época llamado Benjamin Hornigold. Sus primeros trabajos fueron realizados en la isla de Nueva Providencia, en las Bahamas. Interceptó un carguero español que venía de La Habana, un segundo de las Bermudas y otro de Madeira.
Poco después, capturó e hizo de su propiedad en 1717 una nave francesa llamada Concorde, el cual se convirtió en su buque insignia y renombraría como Queen Anne’s Revenge y armaría con más de cincuenta cañones.
No fue hasta que apresó la nave Great Allen en la base naval de San Vicente, en las islas Barlovento, cuando se empezó a hacer famosos y ganar la terrible fama. El barco portaba un gran cargamento importante y Barbanegra asesinó a la tripulación y le prendió fuego al navío. Cuando se empezó a correr la noticia del suceso, Scarborough, un buque de guerra inglés, salió en busca del temido pirata para darle caza pero sufrieron la derrota y tuvieron que retirarse.
En ese momento fue cuando Barbanegra se convirtió en el enemigo número 1 del imperio inglés.
Tiempo después el rey Jorge I declaró una amnistía para todos aquellos piratas que dejasen de realizar sus actividades, y quienes no lo aceptaran se enfrentarían a penas desde la amputación de miembros hasta la horca. El pirata rechazó la oferta del monarca y siguió con sus actividades delictivas.
Barbanegra llegó a un acuerdo con el gobernador de Carolina del Norte el cual le dejó actuar como pirata siempre y cuando recibiera una parte del botín. También conoció y se casó con una joven de dieciséis años y se establecieron en la isla de Ocracoke.
La paz no duró mucho tiempo ya que en 1718 asaltó la ciudad de Charleston y secuestró a toda la población hasta que recibió un rescate de mil quinientas libras. Según narra la leyenda, Barbanegra necesitaba el dinero para comprar un lote de medicamentos y curar a sus tripulantes que sufrían de sífilis.
La persecución hacia el temido
Tras saberse que Barbanegra tenía su base en la isla de Ocracoke, el gobernador de Virginia, Alexander Spotswood se puso en contacto con el teniente de la Marina Real Robert Maynard para que acabase con la vida del pirata.
El 21 de noviembre el militar al mando de las embarcaciones Ranger y Jane, llegó al extremo sur de la isla para preparar el ataque. Al día siguiente, Barbanegra ya estaba avisado de la llegada de los ingleses y se dispuso a viajar hacia el interior de los canales de la isla. Maynard ordenó a sus naves que fuesen lo más rápido posible para capturar al pirata.
Barbanegra seguía disparando los cañones hacia los ingleses y ordenó la retirada mientras increpaba a Maynard llamándole villano y preguntando quiénes eran. El inglés le respondió que no era pirata, sino que iba en su busca para apresarle.
Maynard ordenó a sus hombres que se escondieran en la bodega y en la cubierta únicamente quedaron él y el timonel. Cuando Barbanegra observó que no quedaba nadie en el barco ordenó el abordaje. En cuanto subió a la nave se dio cuenta de que había caído en una trampa y los hombres de Maynard salieron a atacar a los de Barbanegra.
El pirata más temido de la historia acabó con veinticinco heridas en su cuerpo, siendo cinco de pistolas. Maynard apresó a la tripulación que quedaba viva y ordenó que le cortaran la cabeza al pirata y lo exhibieran en la proa del barco. Cuando regresaron a Virginia, de los quince prisioneros trece fueron ahorcados.
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