Desde el inicio de la la gran civilización, los egipcios relacionaron algunos de sus dioses con cuerpos celestes. El sol ocupó el primer lugar en su religión con el nombre de Ra. Múltiples monarcas egipcios lo añadieron a al final de su nombre, como por ejemplo Menkaura o Jafra. Pero no únicamente fueron los monarcas; otros dioses también lo tenían de sufijo como Amon-Ra o Sobek-Ra.
Osiris fue identificado con Sah, correspondido con el Cinturón de Orión. Set es identificado con Mercurio cuando está en poniente. Y estas son solo algunas de las relaciones que muestran la importancia del cielo en la cultura egipcia.
Otros ejemplos muy conocidos son por ejemplo el Zodiaco de Dendera, ubicado actualmente en el Museo del Louvre. Fue trasladada a Francia en el siglo XIX desde el templo de Hathor en Dendera. Representa el cielo nocturno en un disco sujetado por cuatro mujeres y algunos seres con cabeza de halcón. La representación tiene fuertes influencias grecorromanas ya que es del siglo I a.C.
En esta representación se pueden ver los signos del zodiaco y a los astros que representan a los dioses Osiris e Isis.
La tumba de Senenmut, arquitecto de Hatsepshut, reina de Egipto, también tiene un ejemplo del zodiaco en el techo.
Los egipcios tenían varias creencias astrológicas. Varias inscripciones en roca realizadas entorno al 1200 a.C. cuentan que el faraón Meneptah salió victorioso en una contienda con Libia. El resultado de la batalla ya fue anticipado por los observadores de los astros, según las inscripciones mencionadas.
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