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Reaparece en un pueblo ruso tras seis años »viviendo en un mundo subterráneo»

En 1980, en el territorio de Daguestán (Rusia), ocurrió un evento que, hasta el día de hoy, sigue siendo considerado insólito.

En el distrito de Agul, la aldea de Amukh, habitada mayoritariamente por Dargins, existe una fascinante leyenda sobre un inframundo donde los vivos coexisten con los espíritus de los muertos.

Estos mitos, que datan de tiempos ancestrales, son comunes entre los pueblos del Cáucaso, pero los Dargins poseen detalles únicos sobre cómo acceder a este reino y las ocasionales visitas de mensajeros desde ese mundo al nuestro.

Desde tiempos inmemoriales, los dargins creen en la existencia de varios planos: uno para los vivos, que incluye plantas, animales, aves y seres humanos; y otro para los muertos, habitado por espíritus, seres etéreos, djinns y demonios. Según ellos, ambos mundos coexisten dentro de la misma realidad. Para ingresar al reino de los muertos, se debe ser más astuto que el propio miedo, una hazaña que muy pocos han logrado. En cambio, la transición de los muertos hacia nuestro mundo se considera más sencilla, con apariciones frecuentes de estas entidades.

Los Dargins aseguran que el mundo de los muertos es tan real como el nuestro. En la región del Cáucaso, hay cuevas tan impresionantes que parecen impenetrables para los humanos. El miedo que estas generan es tan intenso que puede despojar a las personas de todo control sobre sí mismas. Algunos atribuyen esta sensación a los djinns o demonios, mientras que otros creen que estas cavernas son portales hacia el inframundo, donde a los vivos se les prohíbe entrar.

Representación de un djinn.

Los más escépticos sugieren que la causa de este temor podría ser un infrasonido emanado desde las profundidades de las cuevas, afectando los centros cerebrales responsables del miedo y la ansiedad. A pesar de las investigaciones de la Academia Rusa de Ciencias y el grupo Kosmopoisk, ninguna explicación científica ha sido capaz de resolver este enigma, lo que sugiere que el origen de este temor aún permanece oculto.

En 1980, una niña apareció en el pueblo de Amukh, causando revuelo entre los habitantes debido a su aspecto demacrado y su piel pálida, casi transparente. Apenas podía hablar y mostraba signos evidentes de desnutrición y agotamiento. Los amables Dargins la acogieron, le ofrecieron alimento y un lugar donde descansar, esperando que pudiera contar su historia una vez recuperada.

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El testimonio inquietante

Al recuperar las fuerzas, la niña relató que había hecho una apuesta con tres jóvenes de la aldea de Burshag. Desafiando su miedo, decidió entrar en una cueva que todos temían. Describió con detalle cómo, tras diez minutos de descenso, comenzó a ver apariciones y a escuchar lamentos y voces, que pronto se transformaron en una cacofonía insoportable.

De repente, el silencio la envolvió y se encontró en otro mundo: un lugar oscuro y gélido donde los djinns y demonios se alimentaban de sus emociones, absorbiendo su miedo para mantenerla con vida. Estas entidades, aunque no necesariamente malignas, subsisten gracias a las emociones humanas o las almas de los difuntos. Según la joven, llevaba seis años atrapada en ese reino buscando desesperadamente una salida. Se negó a dar detalles sobre cómo logró escapar, insinuando que había realizado actos de los que no quería hablar.

Después de su relato, la anfitriona de la niña habló con los ancianos del pueblo y el líder local, quienes recordaron un incidente de seis años atrás, cuando una niña llamada Muminat había desaparecido de una comunidad cercana. A pesar de varios intentos por explorar la cueva, nadie había logrado entrar sin salir aterrorizado. Según la tradición, esa caverna era una puerta hacia el más allá, custodiada por djinns. Al creer que la niña recién llegada era Muminat, la llevaron de vuelta a Burshag, donde su madre la reconoció, a pesar de su aspecto cambiado.

Los escépticos, sin embargo, no creen en el componente místico de la historia. Sostienen que la niña probablemente huyó con un amante, y que después de que las cosas no salieran como esperaba, volvió a la civilización para evitar morir de hambre.

Pero, ¿y si existe realmente un reino de los muertos? En las leyendas Dargins, el miedo tiene una doble función: protege a los vivos de entrar en ese mundo y mantiene a raya a los espíritus. El caso de Muminat no es el único; en la región del Cáucaso, se rumorea que unas diez personas han desaparecido en cuevas similares durante los siglos XX y XXI. Curiosamente, algunos de ellos reaparecieron años después, mientras que otros siguen desaparecidos.

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